domingo, 27 de marzo de 2011

OTRA HISTORIA: LA MEFISTOFELICA CASONA DE LA CALLE YERBAL (II)

Continuación y última parte de la entrada de ayer

¿Cómo sigue esa historia negra?
Lo que viene después es bastante torvo.
Sebastiano Baglietto tenía una hija. Una muchacha de unos 25 años de edad. Se llamaba Laura. Era medio solterona para la época. La tradición oral cuenta que Laurita, conoció a un tipo de mala fama. Un tal Camilo Reyes, apodado “El Mencho”. A mi criterio, acá, la historia hace agua y le voy a decir porque. Me remito a la posterior crónica periodística. Ahí no se habla de ningún guapo con tal apodo. La escueta crónica de “La Nación” del día 15 de noviembre de 1906, señala con nombre y apellido a Justo Navarro o Novaro. Supongo que es el “Tigre Navarro”, un compadrón, un rufián que andaba por esa época revoloteando por el viejo barrio de casonas y patios floridos.
Ya me referiré luego para no confundirlo.
Retomo la historia. La hija de Baglietto entró en amores con Juan o con Camilo o quizá con los dos. Vaya uno a saber. Estas son suposiciones mías.
Al viejo no le gustó nada el asunto. Note mi amigo que estamos en 1906. Además los celos propios del italiano. Todo eso era una combinación explosiva. Y si… ese cocktail de malevos, italianos, celosías y solteronas estalló al promediar noviembre de aquel año.
Parece que una noche, Navarro y Laura planearon fugarse. La cosa es que algo falló o alguien delató la fuga. El punto es que, cuando estaban por escapar por los fondos, apareció el viejo Baglietto, amenazador, fuera de sí y con carabina en mano.
Empezaron los tiros, los navajazos y Laura cayó fulminada por el balazo de su propio padre. A Don Sebastiano le pincharon en cogote y quedó ahí tendido, en el patio, junto al cuerpo sin vida de su hija.
Lo que sucedió con el amigo de Laura es extraño. Tal vez escapó y se perdió en la obscuridad de los tiempos. O quizás también pereció en la huída. Lo cierto es que a la mañana siguiente, apareció el cuerpo achurado del Tigre Navarro. Acá nomás. En lo que es hoy Honorio Pueyrredón y Aranguren…De la mano impar, que al parecer, en los comienzos del siglo pasado era un inmenso lodazal. ¿Quién lo mató? ¿El italiano Baglietto? No creo, pues Navarro apareció despanzurrado, apuñalado en la zona de la barriga. Además Baglietto tenía una escopeta, un arma de fuego.
Mi versión de los hechos es que, con certeza, Justo Navarro “el Tigre” anduviera en amores con Laura Baglietto. En algún momento, habrá hecho alarde de la fuga y algún rufián rival fue a contárselo al padre de la chica. Como lograra escapar con vida de la matanza y habiendo masacrado al italiano, huyó.
Con seguridad quien delató la fuga fue el mismo que mató a Justo Navarro…
¿Qué sucedió con la casa?
Ah si…me pierdo fácilmente cuando me pongo a hablar. (Se ríe. Hace una pausa)
Para cerrar esta tragedia, quiero decirle que los Baglietto descansan en un mausoleo en la Chacarita.
Hace un par de años mi sobrina me acompañó al camposanto y sacamos unas fotos de la tumba. Encabeza la bóveda la testa seria, rígida, fría de Sebastiano Giulio Baglietto. Ahí lo tiene, con sus grandes bigotes enhiestos… Mire…acá está…el tema es…
Puedo darle copia de la misma, si le interesa….

Volviendo al tema de la casa. Permaneció un tiempo cerrada. No mucho. Allí se fueron a vivir Cayetana Subiza de Baglietto y su esposo Antonino.
Antonino Baglietto era el hermano mayor de Sebastiano, debía rondar los 70 años, calculo yo. El punto es que al tiempo murió. Nada extraño. Muerte natural. Alrededor de 1912, Subiza de Baglietto vende la casa a un sujeto de apellido Matheu Funes.
Así es que, el abogado Emilio Matheu Funes y su familia, son los primeros que registran hechos extraños en la casona de Yerbal 58.
En esa época se hizo referencia a una mancha de sangre que aparecía ciertas noches y desaparecía por la mañana, sobre una baldosa del patio. Lo de la sangre está documentado en una actuación policial, firmada por el comisario Antúnez. (Muestra un facsímil de la misma). Acá dice (agitando el facsímil) que concurrieron a la casa del doctor Matheu Funes a su requerimiento, ante la denuncia de manchas sanguinolentas desconocidas en el patio de la casa de Yerbal. No dice nada más. Me hace suponer que no encontraron ninguna mancha y que todo siguió su curso.
También los moradores registraron golpes, pisadas y otras circunstancias similares. Todo esto parece haber atormentado la apacible vida de los Matheu Funes, pues no hay que olvidar que ya, en 1915, la casona tenía un nuevo propietario.
¿Cómo trascendió lo que ocurría?
Mire…los Matheu Funes tenían varios hijos y personal doméstico. Estas cosas, estos hechos raros, se expanden como reguero de pólvora encendida. El colegio, la feria, el mercado. Todo sirve. Súmele el incidente de la mujer de Baglietto, la tragedia familiar, la muerte del viejo Antonino…y ahí tiene a todos los fantasmas juntos. Igualmente algo raro pasó…¿sugestión?...¿ironía del destino? Todo es posible. Pero como dice Cervantes, en su inmortal Quijote, el historiador debe ser verdadero, puntual y nada apasionado, por eso hay que escudriñar los hechos….
El nuevo comprador (revisa unos papeles) se llamaba Adalberto Nicéforo Luis Arancibia Rodríguez, emparentado con Ricardo, el compositor, autor de Los ceibos del Paraná y Sauces del Chorrillo y con el otro que, posteriormente, fue Senador Nacional por los conservadores, en la década de 1930. Con él, también, se trasladó su madre, Doña Tiburcia y una mucama jovencita de nombre Isabel.
Adalberto era profesor de música, concertista de nota y compositor. Por esta época, en la casa, existía un piano, ubicado en lo que era el comedor del lugar.
En su vida personal, Adalberto era un dominado por su madre. Estaba frustrado porque sus composiciones no trascendían, le gustaba la bebida, salía de farra y mantenía un ardoroso romance con Isabelita, lógicamente, a espaldas de la vieja Tiburcia.
El tema es que una noche, parece que se quedó escribiendo no se qué composición musical. Tomó más de la cuenta y cuando se levantó se encontró con una figura espectral, transparente, que deambulaba por un pasillo.
Varias noches después del incidente, la vieja Tiburcia se topó con la misma figura. A los gritos despertó a toda la casa y a los vecinos. Vino la policía también. Tiburcia afirmaba que una mujer se había metido en casa y que no era ni ella ni la mucama. Le comento que, en los archivos del departamento de policía, pude encontrar tres actuaciones vinculadas con la casona de Yerbal, sin contar la actuación judicial derivada del crimen que comenté antes.
De una ya le mostré el facsímil. La otra es ésta, que le cuento y falta una más.
Tiempo después los tres habitantes de la casona (madre, hijo y mucama) comenzaron a escuchar que, alrededor de las 3 de la mañana, el piano de la casa tocaba solo. Siempre ejecutaba la misma melodía: la Sonata en Si Menor de Listz.
Lo admirable es que, los tres, veían como el piano sonaba sin que nadie lo ejecutara. No era siempre pero, cada semana, una o dos veces, la melodía inundaba la casona.
Comenzaron también los vecinos a quejarse. En el silencio de la noche, no es para nada agradable escuchar sonar un piano que interrumpe el merecido descanso.(Se ríe)
Un vecino memorioso del lugar, dijo que esa composición era la misma que tocaba Laura Baglietto. Eso fue suficiente para que los Arancibia Rodríguez asociaran el fenómeno con el pianístico espíritu que, por las noches, deambulaba por la casa.
En otra oportunidad, estaba la mucama, limpiando el hogar de los Arancibia cuando se desprendió del techo un gran candelabro que al parecer había en el lugar.
Pero se suman nuevos hechos.
Era frecuente que después de alguna fiesta y cuando Doña Tiburcia dormía el sueño de los justos, Adalberto fuera en busca de su muchachita. Al final de cuentas, Isabel terminó preñada por su patrón y una noche mientras madre e hijo cenaban, la chica espetó todo ante Doña Tiburcia.
De un día para el otro, nunca más se supo de Isabel. Mientras a los Arancibia se los veía salir cada vez menos, el piano tocaba cada vez más….(Se ríe)
Como la situación se hizo insostenible, ante el furor vecinal parece que volvió la policía a la casona de Yerbal. Insisto que de Isabel, la mucama, nada más se supo. Sin embargo, hubo una leyenda negra en torno al episodio, muy posiblemente difundido por el personal de servicio de las casas vecinas: fue la versión que, a Isabel, la mataron y la enterraron en el jardín. En lo personal, creo que los Arancibia esa misma noche la despacharon para su pueblito natal y ahí habrá tenido a su hijo. No creo que la hubieran acuchillado y enterrado ahí mismo.
Le paso un dato. El famoso piano puede verse hoy aún en un local de la calle Río de Janeiro, llamado “La Subasta”. Ahí está, casi a la vuelta de la casona que alguna vez lo albergó. Erguido como en 1915. Hasta hace poco, si Ud. levantaba la tapa, podía leerse una oxidada chapita con las iniciales de Adalberto Nicéforo Luis Arancibia Rodríguez…
¿Qué pasó con los Arancibia Rodríguez?
Ellos se fueron. En 1918 ya había otros propietarios. Los nuevos dueños, pasaron sin pena ni gloria. Francamente no tengo mayores datos de esa época.
En 1928, la propiedad es adquirida por un médico, un cirujano de origen holandés, el Dr. Bonifacio Vanderveer. Allí puso su consultorio. Su esposa Nina lo asistía. Esto es lo raro, porque era cirujano y no ginecólogo ni obstetra. Lo notorio de este doctor, es que sus pacientes eran siempre mujeres. Mujeres jóvenes, en edad fértil.
Así lo atestiguan los registros médicos de la época, por ende resulta sospechosa la concurrencia de muchachas a su consultorio. ¿Abortos? Seguramente…
Quienes vivieron en la casa, en esa época, sostienen que ocurrían hechos llamativos. Así, uno de los médicos que asistían a Vanderveer, se quejó de la existencia de un jarrón que cambiaba de lugar estando el cuarto completamente cerrado. La presencia espectral, también fue avistada en la parte superior de la casa y en las proximidades del patio, al igual que la famosa mancha que tiznaba las baldosas….
Para esa época, obviamente, la casa era un lugar maldito (Resopla y gesticula).
Lo más interesante de esta época son dos hechos que le voy a relatar.
Cuando Hitler, en 1933, accede al poder, Bonifacius Vanderveer es un acérrimo defensor del régimen germano y aspira a que su patria, Holanda, avance hacia un modelo similar. Imagínese que, durante la guerra, celebró con bombos y platillos la ocupación alemana e incluso viajó a Ámsterdam para apreciar personalmente los “avances” de aquel régimen totalitario.
No debe olvidar, amigo, que en Argentina la actividad nazi fue muy importante por esos tiempos. Inclusive, en nuestro país, existió la llamada “Landesgruppe”, una organización germana cuyo fin era estrechar los vínculos entre el Tercer Reich y los alemanes de ultramar. El 10 de abril de 1939, realizó un masivo acto de apoyo al régimen nazi, el que congregó más de 20.000 personas. ¡Una cifra importantísima para la época! En ese acto hubo despliegue de banderas con la cruz svástica y discursos abarrotados de ataques contra los judíos, los comunistas y los francmasones. Para mayores datos, recomiendo que vaya al Museo del Holocausto, donde tienen fotos del evento que le cuento…
Uno de los anunciadores de ese encuentro fue, justamente, Vanderveer. Inclusive hablaba en la radio de la época. Mire, tengo acá una foto que lo muestra en sus clásicas alocuciones radiales filo nazis de los años 40. (Busca la fotografía)…

Después de la guerra, los Vanderveer se llamaron a silencio y salían muy poco. No obstante en 1949, comenzaron a llegar criminales nazis a nuestro país.
Hay serios indicios para pensar que, en esa casa, se albergó durante buen tiempo Josef Mengele, el “Ángel de la Muerte”. No sería nada alocado más si recordamos que éste figuraba en nuestra guía telefónica con su propio nombre.
No descarto que, en esa época, se hicieran experimentos con humanos. Me acuerdo que, por aquel entonces, se decía que se escuchaban gritos por las noches. Seguramente experimentaba con nonatos o niños recién nacidos, pues si bien la clientela de Vanderveer había disminuido algunas pacientes aún concurrían.
Yo tenía alrededor de 11 años y recuerdo esa concurrencia…allá por el 50.
Muy posiblemente existiera una red de tráfico de personas. Esto lo enlazo con unas desapariciones misteriosas de mujeres de un hospicio, niños de un orfanato y unos ancianos del entonces Asilo General Viamonte, que fueron registradas por el diario “El Mundo” en 1951.
Acá aparece el último registro policial que conozco data de 1952. No queda claro que buscaban. La policía se presentó en Yerbal 58. Dieron vuelta el lugar y tampoco encontraron nada.
¿Qué paso luego?
Bueno…el médico holandés murió afectado por un tumor, según se dice. A ciencia cierta no lo se.
Pero parece que la presencia paranormal se incrementó después de esos años. Se comentaba que era normal escuchar llantos, gritos, alaridos desesperados, desgarradores.
De lo que puedo dar fe, es que una noche, sería por el 56 o el 57, íbamos Enrique Maldonado y yo. Pasamos por la casa y escuchamos un lamento quejumbroso, algo muy difícil de explicar. Venía claramente del interior de la casona. Imagínese que no nos quedamos a investigar. ¡Salimos despavoridos de ahí! Creo que corrimos por Yerbal, o sea Lezica, hasta llegar a Gascón…
Lo que le han comentado de la casa, es lo que el barrio sabe. ¿Qué se realizaron abortos clandestinos en el lugar y se enterraran los fetos? Eso es altamente factible, al igual que la presencia abominable de Josef Mengele en la casa. Porque ese criminal, ese asesino, anduvo suelto por este barrio, en los primeros años que llegó al país y no descarto que haya continuado con sus monstruosos experimentos.
Como historiador hay hechos que no puedo explicarlos. ¡Es la pared que impone la historia oculta y que, justamente, le he comentado! Aún no encontramos los elementos que nos permitan explorar más allá de esa pared, pero si los hallamos seguiremos en la línea recta que nos traza la verdad.
Le confirmo que la casa pasó a varias manos entre familiares de los Vanderveer. Hijos, sobrinos, nietos, parientes lejanos...que se yo. En los últimos 20 o 30 años hubo en ella, también, varios emprendimientos comerciales que fracasaron. Me viene a la cabeza el recuerdo de un salón de fiestas. Ahora hay una agencia de bienes y raíces. Si usted me pregunta si eso fue obra de espíritus, como historiador le digo que no. Ahora, atrás de toda leyenda o historia urbana siempre hay un hecho real.

1 comentario:

  1. ¡Qué gran historia!,gracias por tu comentario en mi blog,la verdad es que tengo ganas de conocer Argentina,todo el mundo dice que es un país lindo!.Mi hermana estuvo en Buenos Aires hace un par de años y me dijo que por momentos le parecía estar en Madrid,creo que los españoles y gallegos,como tú bien dices,han dejado una gran huella!.

    Saludos y hasta pronto!

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