sábado, 26 de marzo de 2011

OTRA HISTORIA: LA MEFISTOFELICA CASONA DE LA CALLE YERBAL (I)

Días pasados, un lector de esta bitácora, dejó un interesantísimo comentario en una de mis entradas. Hacía referencia a la existencia de una mansión maldita, ubicada en la calle Yerbal 58, en el barrio de Caballito, aquí en Capital. La construcción aún estaba en pié.
Brevemente, contó sobre la existencia de un hatajo de sucesos misteriosos, que despertaron mi interés y como fue de esperar, este blogger voló hasta el lugar para ver de qué se trataba.
La falta de tiempo para investigar sobre el particular y los otros sucesos que estoy desarrollando, me llevaron a una fuente de incalculable valor: el historiador Amílcar José Timpanaro, quien participara durante varios años en la Junta de Estudios Históricos de Caballito.
Lo llamé por teléfono y me pidió que nos encontráramos durante el fin semana largo del 24 y 25 de marzo.
Me corrí hasta la casa el miércoles a la tarde. Estaba lluvioso y la calle Yerbal se mostraba más que solitaria. Llegué hasta el lugar y sentí la extraña sensación de estar como en alguna película de Alfred Hitchcock. Me vino a la mente Manderley, la mansión de Maximiliam de Winter…
Ayer viernes, en una mañana gris, plomiza, previa confirmación telefónica, me dirigí al domicilio del profesor Timpanaro, ubicado en la intersección de las calles Guayaquil e Hidalgo.

Me recibió en su imponente biblioteca, permitiéndome grabar la entrevista, la cual transcribo a continuación, sin modificar lo relatado.
El profesor Timpanaro nació en Caballito, en 1939.
Sobre su perfil profesional puedo decir que es egresado del Profesorado Joaquín V. González. Ex docente de historia europea y argentina en el Colegio Hipólito Vieytes, Mariano Moreno y Bernardino Rivadavia de la Capital Federal.
Es un estudioso de la historia ciudadana.
Ha escrito numerosos artículos sobre el particular. No obstante, desde hace más de diez años desarrolla con pasión aquellos temas que siempre se dejan de lado, sea ya por extraños, complejos o bien porque a nadie les importa.
Fue miembro del Club Leones de Belgrano y recibió de la Liga de Madres de Familia el Premio Trayectoria Santa Clara de Asís (1997). A su vez, es miembro de número del Gabinete Marplatense de Estudios Históricos Regionales. Ha dictado conferencias junto con el Sr. Isabelino Espinoza, presidente de la Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque, en temas relativos al famoso Castillo de Villa del Parque y otros sitios de interés de la Ciudad de Buenos Aires.
¿Cómo nace su apasionamiento por la historia local?
Contesto mi amigo. Fue en el año 1980, a través de una bibliotecaria que trabajaba en la Manuel Gálvez, de la Avenida Córdoba. Ahí había un completo archivo sobre los distintos barrios de la Ciudad. Una cosa me fue llevando con la otra y un buen día me vi con un fajo de papeles. Ese fajo era una minuciosa recopilación que había hecho sobre la historia de la llamada “República de la Boca”, que meses más tarde publiqué como separata en una revista de interés general de la época. Con el correr del tiempo, fui tomando contacto con diversos eruditos en historia local.
Me incorporé a la Junta de Estudios Históricos de Caballito como simple miembro. Pasaron los años, la falta de tiempo, sumado a problemas familiares y el interés por aquello que me parecía oculto, me obligaron a resignar mi participación en la Junta, ámbito que, por cierto, alberga a personas muy capacitadas y deseosas de preservar el pasado de este bello barrio.
¿Qué es eso de la historia oculta?
Mire…(piensa unos segundos). Es algo muy sencillo…se trata de poner en evidencia aquello que no hemos visto, ya sea por un prejuicio, un interés específico en que no se supiera o lisa y llanamente porque el paso del tiempo lo ha borrado con su inexorable devenir. Muchas veces se cruza lo fantástico, lo esotérico, la tradición popular. Entonces nos tenemos que quedar con eso, a falta de mayores datos o comprobaciones.
En otras podemos ir más allá y es cuando el asunto se pone más interesante. Le voy a dar un caso. En el diario La Prensa, en los primeros días de enero de 1903, se pueden leer varios incidentes que en su momento no tuvieron importancia: la desaparición de una niña en San Martín…acá cerquita…en la provincia y el caso de un guapo que apareció gritando e insultando en el atrio de una Iglesia. Ambos hechos no se relacionan entre si, pero ahondando vemos que, la desaparición de la niña, se trató de un golpe de la llamada L´Aquila Nera, una organización de proxenetas italianos que anduvo suelta por breve tiempo en Buenos Aires y los gritos alocados del parroquiano fueron la influencia de un falso swami hindú que terminó luego en la cárcel.
He ahí el sentido de investigar la «historia oculta». Develar lo que realmente sucedió e investigar hasta donde se nos es permitida la realidad de los hechos.
¿Ha oído hablar de la casona de la calle Yerbal?
¡Si, claro! (Se ríe) ….
Cuando días pasados usted me llamó y me preguntó sobre el caso, busqué en mi archivo lo que dispongo sobre ella. Creo que nos manejamos en el terreno de lo oculto. Lo digo en el sentido de lo desconocido, lo tétrico… Con esto no estoy diciendo que las cosas hayan sido así, pero hay indicios que no pueden ser desmentidos, es decir, corroborados desde el punto de vista fáctico e historiográfico….
Es una típica leyenda urbana. Estas historias sirven para construir la identidad de un barrio, de una ciudad. Hace un par de años atrás, hubo un grupo de aficionados que trataron el tema de los sitios encantados de Buenos Aires. Recuerdo que, en esa charla, la casa de Yerbal apareció mencionada. Muy sucintamente, claro, porque se habló, básicamente, del fantasma de Felicitas Guerrero; la célebre Dama de Blanco de la Recoleta y el espíritu del caserón del Pasaje Golfarini y 3 de Febrero.
Ahora, lo que le han contado sobre la mansión de la calle Yerbal coincide, en muchas cosas, con lo que yo también conozco.
Según el catastro municipal, se trata de una construcción, de estilo italiano tardío, muy bella por cierto, que data de 1891. Si la ha observado, posee un magnífico balcón de madera que –salvando los estilos, claro está- me recuerda a las construcciones virreinales de Lima y el Alto Perú. El constructor fue un genovés de apellido Bassi. Sebastiano Giulio Baglietto fue su primer habitante. No tengo mayores referencias sobre este señor. Sólo se que vivió tranquilamente hasta los comienzos del siglo XX, cuando su mujer muere a consecuencia de una caída por la escalera que conducía a las habitaciones de arriba. (Pausa) Se desnuca.
Podría decir que empieza la historia negra de la casa con este hecho fortuito…
(ME FALTA DESGRABAR LA OTRA PARTE. MAÑANA LA SUBO)

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