lunes, 5 de septiembre de 2011

LA NOVIA DEL ESTANCIERO O SEA LA NOVEL HISTORIA DE FELICITAS GUERRERO DE ÁLZAGA (2da Parte)


Es el final de noviembre. La mañana está espléndida. Felicitas, bajo riguroso luto, recorre las viejas galerías de su estancia La Postrera. Ha permanecido pensativa por largo tiempo, perdiéndose su mirada entre ese enjambre mirífico de camelias, hortensias y rosas de Siria que bordean la casa.
Se recuesta en el gran sillón de mimbre y vuelve a releer la carta que recibiera el día anterior. Son noticias del estimado Ocampo, de su puño y letra. Las ha traído Tadeo desde Buenos Aires, quien viajó todo el día para cumplir el cometido que su patrón le ordenara desde Entre Ríos.

En su mente, repite una y otra vez las palabras de Enrique: “Aquí las jornadas son fatigosas pero su recuerdo, Felicitas, me espolea a seguir luchando por la libertad de esta tierra bendita, al lado de estos paisanos que lidian por una vida mejor. Sepa señora que, si las balas nacionales me derriban en la batalla, mi póstumo aliento, será para Ud.”
Las dudas en responder esa carta, repleta de palabras nobles, la asaltan. Piensa en la imagen del moribundo Álzaga que, como amenazante espectro, se yergue entre ambos. Sin embargo, no olvida el momento en que vio a Enrique por vez primera, en la ventana de su casona de la calle México o cuando, enterada de los amores del viejo Álzaga con aquella hembruela del Brasil, corrió a los brazos de Ocampo en busca de su afecto tiránico.
La alegre voz de su amiga, Albina Casares, interrumpe su ensimismamiento. Ha venido con ella desde Buenos Aires. Es que allí, en La Postrera, Felicitas se siente cómoda y poco a poco el dolor de la pérdida de sus hijos ha comenzado a ser más llevadero.
Albina quiere salir a cabalgar. Felicitas asiente. El día se muestra brillante. Ambas saldrán a recorrer la estancia. Llama a Naukale, el capataz tehuelche, y ordena que ensillen a su lobuno y otro caballo para su amiga.
A trote lento, la silueta de Albina Casares y la joven viuda de Álzaga se pierden en el horizonte, buscando las márgenes del río Salado. Mientras se alejan, Felicitas, cavila en torno a la probable respuesta que brindará a Ocampo.

3 comentarios:

  1. Y que respuesta le dará?
    Estoy intrigada...

    Saludos coleguita

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  2. Muy interesante, amigo Eduardo. Te sigo desde ahora si tu me lo permites. Gracias por hacerte seguidor de mi granero. Un saludo con abrazo incluido.

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  3. Gostei muito de ler um pouco teu blog... seu texto é maravilhoso, e de muito bom gosto.
    Estou te seguindo, e convido a conhecer meu blog e seguir-me se gostares .
    Um grande abraço!
    Smareis

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