¡Hola, mis amigos!
Cualquiera que lea, o sea seguidor
de mi blog, sabe (o puede darse cuenta), que lo religioso está ausente y si
existen reflexiones acerca del tema, son fuertes críticas a la Iglesia
Católica.
No quiero y no me interesa hacer
un panegírico sobre los problemas de la fe, algo que –confieso- perdí muchos años atrás. No obstante, hago de la tolerancia y el respeto sobre el tema un auténtico dogma,
porque entiendo que, la creencia (o la no creencia) de cada uno, debe ser
plenamente permitida con la misma intensidad que aplicamos a la defensa de cualquier otro derecho fundamental de las
personas.
Realizo esta breve reflexión, porque
he elegido para mis nuevas entradas al cura Brochero.
Debo reconocer que, el interés por su figura, se ha visto
profundizada con el proceso de su reciente beatificación por el Papa Bergoglio,
pero aún recuerdo cuando a fines de los 70 o comienzos de los 80, el diario La Nación publicaba en su
contratapa una serie de historias dibujadas sobre personajes de nuestro país. Una
de aquellas historias estuvo dedicada a la figura de José Gabriel Brochero.
Su dimensión
religiosa es lo que menos me interesa. A mi entender, lo que amplifica y realmente potencia la
figura de Brochero es el desarrollo de su fuerte compromiso social, gestionando
ante los poderes públicos la apertura de caminos, acequias, diques, estafetas
postales y telégrafos.
También supo cuestionar a
legisladores cordobeses que “no se interesaban por el progreso de sus comprovincianos”,
decía, al no promover leyes para que el tren llegara a estos poblados.
Brochero, además,
tuvo un papel activo en la epidemia de cólera que afectó a la
población de la provincia de Córdoba. Enfermó de lepra por compartir el mate
junto a pacientes con esta enfermedad, quedó sordo y ciego. El Cura
Brochero murió en 1914 y fue declarado venerable en febrero de 2004 por Juan
Pablo II.
Brevemente
recordaré que José Gabriel del Rosario Brochero nació un 16 de marzo de 1840 en
el paraje Carreta Quemada, cerca de Santa Rosa de Río Primero, en el norte de
Córdoba. El 4 de noviembre de 1866 fue ordenado sacerdote y desde 1869 se
instaló en Villa del Tránsito, localidad de traslasierra que desde 1916 lleva
su nombre.
La historia que
aquí se contará, no pretende ceñirse al rigorismo auténtico de su vida. Es una
versión libre de un personaje con una valiosa proyección social
Tomando como base su legendaria figura voy a efectuar las
sucesivas entradas sobre el tema.
Hasta pronto, como siempre.
Eduardo.... opino como tu en todo... soy católica, pero no me agrada aqui hablar de religión ni de política y es como dices admiro todo lo que el ha conseguido y brindado a la humanidad como un hombre de gran corazón.
ResponderEliminar¡¡ excelente nota !!
un beso desde Argentina