martes, 12 de abril de 2011

EL CABALLERO DE LA ARDIENTE FIGURA


A Joval lo conozco por intermedio de Ricardo Denna.
Abogado, con 42 años, deportista, soltero, siempre luce muy bien vestido. Aquí, en Buenos Aires, a este tipo gente elegante, le decimos que tiene “percha” pues lo que se ponga le sienta bien.
Vive en un piso 12. El edificio es una torre. Para mi gusto se trata de un palomar que ocupa toda una manzana. ¡Veintiún pisos, con doce departamentos en cada uno! A decir verdad su vivienda luce superlativa. Bastante amplia, muy bien decorada y con una vista increíble.
Traigo a colación la historia de Joval, porque me ha dejado anonadado.
No es un secreto que a Joval siempre le gustaron las mujeres jóvenes. Su edad predilecta es entre los 18 y los 28. No más ni menos.
Cansado de frecuentar desde piringundines, hasta lugares con "sharm", decidió probar suerte entre sus vecinas.
Sergio, es uno de los encargados de esa mole donde habita Joval. Son muy amigos. De hecho, en varias oportunidades, han compartido el exquisito sabor del malbec y alguna que otra comida.
Sergio es una pieza clave en el plan de conquista de Joval. Señala a las candidatas y le indica las horas a las que se van, a las que llegan, si tienen algún amigo, que hacen, si van al gym, etc.
Así Joval, aprovechando la primer oportunidad, empieza con su vasta red de asalto a sus elegidas.
Siempre fue mi inquietud saber cómo hacía para no cruzarse en el edificio con varias candidatas a la vez. Por lo general va a sus departamentos o ellas van al de él. Como regla tiene no inmiscuirse con alguna vecinita del mismo piso. Muchas veces, se encuentran a tomar algo en lugares más apartados.
En su amplia lista están Yael (del 8º K); Milagros (del 5º C), Eugenia (del 4º A), Agustina (del 10º F)…
Alguna que otra ya dejó el edificio. Pero hay algo en todo esto que le salió mal.
De todas sus chicas, que son más que las que he enumerado, a cuatro las dejó embarazadas. Agustina, una estudiante de ciencias políticas, de 25 años, fue la primera. Al poco tiempo, le siguió Anahí, de 19 o 20, que vive con su madre. Las otras fueron Patricia de 27 y Eugenia de 24.
De alguna manera, las cuatro mujeres se enteraron de las andanzas de Joval y una tarde lo esperaron en el hall de entrada al edificio.
Me han referido que llegaba con otra chica, cuando las cuatro muchachas lo encararon y le "saltaron a la yugular".
Mucho escándalo en el edificio. Gritos, insultos, empujones. Intervino la policía pero Joval no fue preso.
Dos o tres semanas después hubo la clásica reunión de consorcistas. No estaba en el temario tratar el asunto Joval, por cuanto es algo privado entre personas mayores de edad y no era materia del consorcio.
Pero a la asamblea fue la madre de Anahí que, por lo que tengo entendido, debe tener la edad de Joval. Ahí la mujer se despachó a gusto contra el Jovalete.
“Hay en este edificio un degenerado, un vicioso, al que es necesario sacarle la careta” bramó furibunda.
Alguien le avisó a Joval que lo estaban acusando. Bajó a la reunión. Encaró a los propietarios. Se defendió de las acusaciones de la madre de Anahí.
“Acá estoy para responder a cada cosa que se diga sobre mi” dijo a grito pelado.
La madre de Anahí volvió al ataque, con una serie de improperios contra Joval.
“Soy un caballero” se defendió él.
Siguió la embestida de la mujer.
“Te repito que he sido, soy y seré un caballero. Pero la fogosidad está en mi naturaleza y no lo puedo evitar”

3 comentarios:

  1. Gracias por seguir, volveré para leer tu relato.

    Un abrazo,

    Andri

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  2. hay muchos 'Jovales' en este mundo, amigo! qué pena...

    un beso.

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  3. Una naturaleza que como el fuego arrasa lo que encuentra a su paso.

    Una preciosa narración!

    Saludos, Luz

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