sábado, 4 de abril de 2020

SWEET LIFE - EN EL CAFÉ

Una tarde de diciembre de 2019, días antes de Navidad. Estamos en la confitería Saint Moritz de Esmeralda y Paraguay...
Un poco de barullo en el lugar. Superposición de conversaciones. Algo de ruido de platos y vasos. La voz del mozo reclamando el pedido de una mesa. Hace más de una hora que converso con Leandro. Vamos por el segundo café.

-Decíme Leandro, ¿aún la seguís viendo a Betina.?,pregunté con curiosidad.
-Sí. Aùn la veo. Trabajo aula de por medio. Cada vez que la miro, siempre enfrascada en la lectura de papeles y libros, me parece muy linda.
- Qué historia, amigo. Primero ella estaba casada y vos soltero. Después ella divorciada y vos casado...
-La verdad Eduardo que yo estaba en otra cuando ella se divorció. Además tuvo una relación muy complicada con el ex marido. Cuando me enteré que se había separado no quise probar suerte. El tipo le hacía la psicológica, la amenazaba. Beti terminó perdiendo guita y otros quilombos más...Me pareció que no daba intentar nada.
-Ufff...que mal, Leandro. Ella siempre seria y responsable.
-Sí, tal cual. Después de eso no salió con nadie más: hasta lo que se se abstrajo del mundo. Hace cursos, lee, se refugia en sus hijos. Vive sola con los dos pibes en Olivos. Creo que por las tardes sale a correr cerca del puerto de Olivos. Supongo que canaliza su líbido a través del estudio y esas cosas...
Se hizo un breve silencio. Luego, Leandro prosiguió.
-Y mis cosas con Fabi están ahì. La verdad que se pone muy densa y demandante. Se queja que estoy siempre ocupado. Pero es la verdad, Eduardo. Trabajo en el salón de fiestas, doy clases en el Instituto. Asesoro a quienes se quieren meter en el rubro de la organización de eventos, pago todas las cuentas, expensas, el jardín de Loretta, etc. Me parece injusta su recriminación.
-¿Lo hablaste con ella?
-Sí y he tenido respuestas de lo más insólitas. Un día me recriminó que no había ayudado a su hermano a desalojar el departamento donde vivía con la madre, hasta que ésta se muríó. Por eso, me dijo, no me había dado una mano cuando estuve pintando y plastificando donde actualmente vivimos....
-Eso no tiene nada que ver. Es cualquiera- Repliqué
-Lo mismo dije yo. Pero bueno. Así es todo - agregó lacónicamente.
Estamos sentados a una mesa pegada al ventanal de la calle Paraguay. Pasa una chica joven, rubia, con el pelo suelto. Leandro la mira por un instante.
-Se parece a Jésica.- Dijo sonriente.
-¿Jésica? ¿Qué Jésica?- pregunté
- Jésica Montes, la que fue mi alumna. ¿Te acordás?
-Ahora que me lo decís, me parece que si. Pero eso pasó hace mucho tiempo y tampoco concretaste nada.
-Si me dormí. Bah tuve miedo de meterme en quilombos. La mina era muy pendeja, había mucha diferencia de edad entre ella y yo.  Era docente y no quise líos. Pero a lo largo de estos años intenté ubicarla.
-¿Supiste algo de la piba?
-Poco y nada. Era empleada en Mc Donnalds. Me había comentado que laburaba en la sucursal de Santa Fe y Callao. Apenas supe que ya no cursaba más, una vuelta fui decidido a buscarla. No tuve suerte. Una de las chicas del local me comentó que Jésica había renunciado el mes anterior. Me quería morir.
-¡Mierda! ¡Qué mala leche!-
-Sí, Eduardo, si. Pero eso no es todo. Una vuelta la ubiqué en redes sociales. Twitter y Face. Pero vi que hacía mucho tiempo que no se conectaba, En una, la última vez, había sido en el 2012 y en otra en el 2015. En otras palabras no estaba usando más las redes. Siento que siempre llego tarde.
-¿Probaste con Instagram?
-Sì, este año. Cuando lo instalé en este celular nuevo. Tenía un perfil privado. Le mandé la invitación desde la cuenta oficial del salón. Pero no tuve respuesta. Encima veía que no manda muchos mensajes.
-Si le mandaste la invitación desde la cuenta oficial del salón ni debe saber que sos vos, por más que en el logotipo aparezca tu apellido. En mi opinión, deberías pedir el teléfono de la minita directamente en el instituto. No tenés que decir para qué lo querés. La llamás y acordás un encuentro con ella. No creo que de una diga que no.
Leandro permaneció pensativo.
-La llamás y ves que onda. -agregué- No se encuentren a tomar un café. Vayan a picar algo. Hay muchos lugares para comer algo sencillo. Que se de cuenta que hay un interés en ella. Hoy los flacos invitan muy poco a las minas y encima las maltratan. Mirá toda la violencia que hay. Son cosas que no entiendo.  ¿Que edad tiene Jésica?
-Debe andar por los 27 años. No más- contestó Leandro.
-Bueno, no debe ser ninguna boluda. Por ahí ya vive con un tipo. Ella te lo dirá de una. Si es así saludás cordialmente y listo. Acá no pasó nada. Pero te sacás la duda y punto final con la piba. Si no te da calce, también. A otra cosa mariposa. Mucha vuelta con todo, Lean. Mientras el tiempo pasa.
Leandro mira el reloj. Son las 17 hs. Debe ir al jardín a retirar a su hija Loretta. Pago la cuenta de lo consumido y nos vamos.
Cuando se despide me dice que va a ubicar a Jèsica a como de lugar.

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