El ulular feroz de los charrúas
irrumpe en la noche profunda. Los dos hombres han sido amarrados al ceibo
sagrado. Capturados al vadear las aguas del Vacacaí, arrastrados por días
através de los frondosos valles y riachos que cruzan las colinas de Santa Ana, fueron conducidos por la indiada hasta la
sombría cañada donde se alza el añoso ceibo.
El viejo chamán invoca al
Espíritu Protector y da inicio al rito de sacrificio de los cautivos. Diego da
Albegaria, un bandeirante, guarda silencio. A su lado Figarelho, el criado, solloza.
Susurra el viento. El bosque se
estremece cuando el brujo pronuncia las sacras palabras que dan inicio al rito.
Figarelho, aterrado, cree escuchar voces del trasmundo. Con súbito furor el
céfiro farfullo se convierte en bufido indómito. Árboles y yuyos se inclinan.
El follaje del gran ceibo se agita incontrolable. Don Diego, impávido, aguarda
que el brujo clave el cuchillo y cumpla el rito de arrancarle su corazón
palpitante. El criado, por su parte, alza llorosamente plegarias al abad San
Benito.
Mientras los charrúas claman la
muerte de los cautivos, la noche parece obscurecerse aún más. El pálido rostro
de Guidai, la luna, ya no se divisa. El chaman se detiene. Insta, de rodillas, al
gran Espíritu. La furia de los elementos hace temblar a la indiada bravía y lentamente
se acurruca sobre la cañada como si buscaran protección entre los unos y los
otros.
El hechicero vocifera palabras
incomprensibles para los dos portugueses. Estalla una tormenta. La lluvia cae
copiosamente. El vendaval, irrefrenable, arranca arbustos y hojas. Entonces, es
cuando un rayo fulgurante se precipita sobre el enorme ceibo partiéndolo por
mitades y arrojando por los suelos a los cautivos desvanecidos. El rugido del
trueno hace estremecer el lóbrego sitio. Los charrúas huyen pavorosos del lugar
sin reparar en los dos prisioneros.
Pasan algunas horas y el aguacero
se desvanece. Llega la alborada. Don Diego da Albegaria, el bandeirante, se recupera. Divisa en un pajonal próximo el cuerpo de su criado. ¡Está vivo! Intenta
reanimarlo. Figarelho, recuperando lentamente el sentido, confunde a Don Diego
con algún ser del inframundo o con algún santo al que habitualmente pide
protección y se abalanza a los pies de su patrón. Albegaría procura calmarlo,
explicándole que han sobrevivido a los indios, gracias a la providencial
tormenta que se desatara por la noche.
Figarelho, abraza a Don Diego. Se
persigna y cree que la salvación de ambos ha sido obra del espíritu benéfico de
San Joao de la Cruz.
Albegaria encuentra, entre los
restos del ceibo, la bolsa con esmeraldas que le robara al brutal Sequeira. En
ella hay suficiente para iniciar una nueva vida. Advierte que están perdidos y
sin caballos. Deberán caminar para encontrar la ruta que los conduzca a un sitio seguro. Desde que abandonaran Sao Paulo, escapando de la
bandeira de Lopes de Sequeira, han seguido camino hacia el sur. Sin sus mapas, en
su cautiverio, el bandeirante únicamente ha podido escudriñar el cielo nocturno
y si bien sabe que la tribu mantuvo el rumbo hacia el sur, ahora siente que se
hallan extraviados.
El extrovertido Figarelho teme por
un eventual regreso de la tribu charrúa. Albegaria, medita sobre cuál es el
mejor camino a seguir. Avanzarán por la
espesura y aguardaran a que la noche caiga. Con la ayuda de las estrellas, Don
Diego piensa encontrar la ruta a la
Colonia del Sacramento y así poder vender allí su valiosa carga de
esmeraldas.
!Hola,Edu!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu historia,con una carga de emociones impresionante,tiene un empleo magistral del lenguaje,una entrada en un mundo de aventura fascinante.
Una musica magnifica.
Buen finde y muchos besitos,gracias por seguirme.
Gracias compañera por tu visita y el comentario. Buen fin de semana y nos estamos leyendo. Un abrazo!!
ResponderEliminarTu narrativa es excelente, realmente disfruté de tu historia, me llevó hacia otros tiempos... tiempos atrás de la historia.
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo Eduardo, un placer leerte, buen fin de semana!
Eduardo muy entretenido ehhh me atrapaste casi que soy el criado ajajjaja yo soy muy cobarde jajajaja yo?? bueno me caigo en redondo jajajaj entre la tormenta y los alaridos del brujo jajaja muy bueno m me gustó mucho voy a la segunda parte me alegro volver a verte mi otro blog tuve que cerrarlo y me ha costado un pcoco infmromarles a mis seguidores pero no importa las letras son para disfrutarlas, , un abrazo desde mi brillo del mar
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