“Sombras del ayer,
con su tristeza de canción
siempre me dirán: Marión...”
siempre me dirán: Marión...”
¿Cómo le va tanto tiempo? No lo veo desde antes de Navidad. Me fui
a Mar del Plata, de vacaciones. Ayá, Chiquitín Biaggio, tiene una casa por la
zona de La Perla. Como
él andaba por esos pagos, para ayí fuimos Beto Marconi, Pichón Sandoval y yo.
Un poco de playa, algo de casino y mucha boite, eso si.
No. No vinieron ni Rita, ni Eugenia ni Marión ni Jimena. ¡Eso ni
se pregunta mi amigo! ¿Qué es de la vida de Marión? No lo se. Eso ya pasó. Como
recordará, después de la partida de cartas a la que fui con el Gordo Cascarria,
al pibón lo paré en la caye, dispuesto a jugarme el todo por el todo.
Mire amigazo, las minas y los tipos somos animales distintos, tal
es así que hasta pareciera que chamuyamos de manera diferente, como si
estuviéramos en otra frecuencia. Las minas y los tipos pensamos de manera desigual.
Si, ya se que se cae de maduro y que no
descubrí América pero, atenti, porque para, hacerle el tren a una mina, hay que
junar muy bien y con calma el asunto de la diferencia. Para muchos pelafustanes,
una mujer, es como bailar una milonga. Puede resultar bárbara y divertida pero ni
jota entienden del asunto.
La clave del levante está en tayarse en el bocho que tanto las minas
como los tipos pensamos, sentimos y deseamos cosas diferentes. A partir de ahí,
por agregación, viene todo lo demás, que luego le iré explicando en detaye.
Cuando la atajé a Marión, ayá en la caye Méjico, le dije que había
perdido la biyetera en su bulín. La paica estaba a la defensiva. Me sacó
escarpiendo con un seco y rotundo “No encontré nada”. A otro tipo, ese tono de
voz, le hubiera hecho fruncir el siete y habría rajado de ahí como rata por
tirante. Usted sabe, mi amigo, que no me falta iniciativa y arrojo; entonces,
sin perder un minuto, agrandé la parada metiendo labia. Usted sabe que, para
chamuyar a una mina, dispongo de verbo encendido. Ahí nomás, me acordé aqueyo que
el Gordo Cascarria contó la noche anterior. Marión tenía un puesto de
artesanías en Plaza Francia. La brisca hacía –hace- chucherías con alambres:
yaveros, pendientes, aros, sahumerios. Biyouterí, quien dice. Entonces, le sampé
que, en la biyetera extraviada, tenía dinero para comprar unos aretes destinados
a una tía viejita. Afirmé que, la pelpera, estaba entre los almohadones del
siyón. Me dijo Marión que podía ayudarme porque se dedicaba a fabricar esas
cosas. Era evidente que la piba había bajado la guardia. Tal es así que, me pidió
que subiera al bulín para mostrarme la biyouterí y revisar el siyón a ver si
aparecía mi biyetera. Fue, entonces, que exclamé para mis adentros: “El chivo cayó
en el lazo”.
Ese simple y senciyo hecho me permitió hacerle bien el tren a
Marión. El levante, el atraco, el arrime del bochín o como quiera Usted yamarlo
tiene su estrategia y sus reglas. Sólo hay que saber emplearlas.
Con Marión pasé momentos para el recuerdo. Lo que vino después fue
de locos. Las relaciones de pareja cambian
en un santiamén.
Una noche, mientras le estaba dando al bagre, cayó el Sardina
Ríos. Quería tirar la puerta a patadas. Así, como estaba, me tuve que meter en
el baño y esconderme detrás de la cortina de la bañera. Oía que el fulano
increpaba a Marión. Gritos por allá. Gritos por acá. Puñetazos en la puerta. Quería
que le cantara el nombre del que andaba con eya. Marión no se hizo cargo de nada. Es más, ante la indigna
sospecha, se puso a yorar. El ambiente estaba muy caldeado. Como el Sardina no
se iba y quería entrar a donde yo estaba, opté por salir por la venta del baño.
Sólo pude recuperar mis pantalones y los zapatos. Mi camisa y el saco, Marión,
los tiró por la ventana de la habitación. Bajé como un pude desde el tercer
piso, colgándome. ¡Como un mono! Diga que era de noche, tarde y todo el mundo
apoliyaba, porque podían haberme tomado por un chorro. Paré un taxi. Dije que
me habían afanado y el conductor, piadoso, me yevó hasta mi casa, en Boedo, sin
cobrarme un peso.
Otra vuelta, la discusión fue conmigo. Marión gritaba como una
desaforada y la ventana del patio estaba abierta. Alguien yamó a la policía. El
tema es que dos botones aparecieron en la puerta del bulín preguntando qué
ocurría porque los vecinos del edificio se habían quejado del griterío.
Lo más interesante era que el Sardina Ríos me pisaba los talones. Ahí
había un serio problema. El tipo desconfiaba algo, me daba cuenta.
Una noche me atajó en el Café Margot y me dijo que tenía firmes
sospechas sobre la existencia de un festejante de Marión. Los ojos de Ríos
parecían dos brasas ardientes. A los empujones me metió en un coche y fuimos a
la calle Méjico. Yo veía que el Sardina y yo nos íbamos, esa noche, a las
manos. El aire se cortaba con un cuchiyo. No le digo que, al yegar, vimos muy
acaramelados a Marión y a un muchacho. ¡Me quedé duro!
El mersa que estaba ahí, a los besos y
caricias con la mina, resultó ser un artesano de Plaza Francia. El Sardina se
trenzó a los tortazos con el palurdo, quien a los pocos minutos salió corriendo,
perdiéndose en la oscuridad de la caye.
Por mi parte, me volví silbando bajito, recordando los besos de
Marión y pensando qué me depararía la Diosa
Suerte el próximo fin de semana.
Glosario.
Pibón: mujer muy atractiva.
Chamuyamos: hablamos.
Atenti: Atención.
Junar: mirar, conocer
Bulín: Piso, departamento.
Paica: Muchacha
Fruncir el siete;Asustarse.
Rajado de ahí: Escapado del lugar
agrandar la parada: Elevar la apuesta en un juego de naipes
Labia: vocabulario, aptitud para hablar mucho y bien.
Brisca: mujer
Sampar: decir
Pelpera: Billetera.
Hacerle el tren: seducir.
Levante: conquista.
Darle al bagre: Fornicar.
Apoliyar: dormir.
Chorro: ladrón.
Afanar: Robar
Botón: Agente policial.
Chamuyamos: hablamos.
Atenti: Atención.
Junar: mirar, conocer
Bulín: Piso, departamento.
Paica: Muchacha
Fruncir el siete;Asustarse.
Rajado de ahí: Escapado del lugar
agrandar la parada: Elevar la apuesta en un juego de naipes
Labia: vocabulario, aptitud para hablar mucho y bien.
Brisca: mujer
Sampar: decir
Pelpera: Billetera.
Hacerle el tren: seducir.
Levante: conquista.
Darle al bagre: Fornicar.
Apoliyar: dormir.
Chorro: ladrón.
Afanar: Robar
Botón: Agente policial.
Hola Eduardo, me encantó leerte y está muy buena tu aclaración con respecto a algunas palabras utilizadas en tu texto... como nuestro idioma es muy similar prácticamente comprendo todas las definiciones.
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo, mil gracias por la visita y el comentario, buen fin de semana!
Gracias por las aclaraciones en cuanto al vocabulario, una muy buena idea.
ResponderEliminarEs un placer compartir tus relatos.
Feliz fin de semana. Mi beso compañero :)