viernes, 25 de marzo de 2011

UN CONCIERTO, VARIOS MENSAJES...


Ayer por la noche, aquí en Buenos Aires, se llevó a cabo el recital gratuito a cargo del famosísimo tenor Plácido Domingo, acompañado por la gran soprano santafesina Virginia Tola.
Se ha calculado la presencia de 120.000 personas. ¡Muy bien!
En lo personal, no suelo concurrir a estos grandes espectáculos. Sin embargo soy un ferviente partidario de los mismos. No sólo constituye una importante manifestación cultural sino una forma de acercar la música a sectores que habitualmente no puden acceder a tales espectáculos.
En un principio, estuvo en duda la realización del evento pues el coro y la orquesta del Teatro Colón arrastran un serio y duro conflicto con las retrógradas autoridades del Gobierno de la Ciudad. No hablemos del autismo de los funcionarios que regentean nuestro Primer Coliseo.
El espectáculo de ayer ha tenido una doble significación para los grupos de trabajadores y trabajadoras del Teatro. Amén de ello, hubo un prístino, claro, inconfundible mensaje para el Gobierno local.
En lo primero, la orquesta y el coro del Colón han tenido la oportunidad de lucirse. Demostraron su calidad y profesionalismo. Así lo ha hecho notar, expresamente, Domingo durante el espectáculo.
También, han conseguido, en sus justos reclamos, un claro respaldo por parte del afamado tenor: "El problema es mucho más grande de lo que parece y yo estoy con los músicos. Mi inquietud por cantar es muy grande, pero yo estoy con las orquestas y se los dije".
Pero la cosa no terminó ahí. Poco antes del recital, el tenor dio un sorpresivo concierto junto al Coro Estable del Colón en el propio Teatro. Lo hizo en homenaje a las personas que allí trabajan.
Domingo, saludó a los integrantes del coro y expresó su deseo de estar nuevamente el año próximo, en los 40 años de su debut en el Colón.
Luego al frente del coro, dirigió un segmento de la verdiana Aida. Acto seguido se mezcló con los tenores para cantar "Va pensiero", de Nabucco, también de Verdi.
Entre aclamaciones, el tenor se agachó y besó el escenario.
Como dije más arriba hubo un prístino, claro, inconfundible mensaje para el Gobierno local: debe dejar de comportarse en forma autoritaria y desprolija; debe arribar a un entendimiento con los trabajadores y trabajadoras del teatro y debe diseñar una política que garantice al público el acceso al Colón (ej. costo excesivo de las localidades, en particular, las de pié).
Esto es lo que necesita la cultura de la Ciudad y de nuestro país.
Es hora pues, que Mauricio Macri y el séquito de mediocres sátrapas que acompaña su gestión, entiendan que la cultura no es un gasto ni una herramienta de lucro de las arcas públicas.
Demasiados males ya ha causado esta concepción aquí y en otras partes del mundo.
Tengamos presente que, en los engranajes malditos de esa visión sesgada, de esa forma de pensar ruin y baja, quedaron mutilados los derechos de muchos y muchas a la concreción de una cultura para todos.
Hasta pronto, como siempre.

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