viernes, 16 de marzo de 2012

EL RITUAL DE HÉCTATE O SEA UNA HISTORIA SOBRE EL NOGAL DE BENEVENTO

Hola mis amigos/as!
Nuevamente retomo el blog, después de casi tres meses de ausencia por estas tierras. Muchas ocupaciones, me han impedido continuar con la criolla historia de Felicitas y Eduardo Ocampo (versión cartas de Albina Casares, en poder de mi amigo el profesor Lavié). Si bien la historia la continuaré en breve, mi rentrée va acompañada de una narración contemporánea de maestras, de brujas y hechizos. Aquí dejo "El Ritual de Hécate o sea una historia sobre el Nogal de Benevento."

EL RITUAL DE HÉCATE O SEA UNA HISTORIA SOBRE EL NOGAL DE BENEVENTO.



«Hairesis maxima est opera maleficarum non credere»
(La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas)
Malleus Maleficarum

Silvia caminó con paso ligero por la Avenida Triunvirato pensando en la extensa jornada que le aguardaba. Como maestra jardinera amaba estar con sus chicos. Sin embargo, le dolía el resentimiento de algunas compañeras hacia ella. Nájera, desbordada por los kilos, ambicionaba su figura. Zangarilla aborrecía sus viajes. Belladonna se burlaba tanto de su pobre vida sentimental como del mirífico deseo de encontrar el amor verdadero.
Antes de entrar a la escuela, con fanática devoción, besó su pentáculo de Agripa buscando protección y buena fortuna.
Saludó a sus compañeras y se alejó en busca del aula. Con otra docente, prepararon a los chicos la canción "El show del Perro Salchicha". La escucharon, la bailaron y les enseñaron la letra. También la representaron. Silvia hizo de perro y su colega de aquella gaviota "medio marmota, bizca y con cara de preocupación".
Llegó la hora de irse. Silvia prefirió quedarse a terminar la planificación exigida por el Ministerio. Perdió la noción del tiempo hasta que un fuerte dolor de cabeza, espalda, brazos y piernas la hizo reaccionar. Atribuyó la molestia al hecho de trabajar en un lugar inadecuado pero enseguida pudo advertir la gravedad del problema. Irremediablemente se estaba encogiendo.
Corrió por un pasillo largo, clamando auxilio. Nadie respondió. Invocando las fuerzas protectoras de la Santa Cruz de Caravaca, divisó la débil luz de la dirección.
Reducida y atemorizada entró precipitadamente en la habitación. Allí Belladonna, Nájera, Zangarilla y la misma directora, extrañamente atavidadas, convocaban a los espíritus milenarios de Hécate y Sabacio. Entonces comprendió que era víctima de un conjuro maligno lanzado por aquellas cuatro mujeres devenidas en feroces brujas.
Súbitamente, pudo percatarse de que se hallaba a los piés de un inmenso nogal, negro y retorcido, en cuya corteza se dibujaban lastimosos rostros de hombres, mujeres y niños quizás devorados por el propio árbol o tal vez sacrificados en un bestial aquelarre. Supo que se trataba del nogal de Benevento, paraje elegido desde antaño por las brujas para conjurar a Hécate y celebrar el ritual del Osculum Infame.
Poco a poco un gran número de criaturas mágicas la rodearon. Repentinamente, el nogal comenzó a mostrar signos de vida. Brotaron sus raices y se enroscaron sus ramas. El árbol la sujetó fuertemente. Desesperada, en su lucha por liberarse, Silvia sólo atinó a arrancar algunas hojas y encomendarse a San Barbato. El horrendo ulular de las brujas se alzaba en la noche mientras el árbol fatalmente la engullía.
Abrió los ojos sobresaltada. Buscó el pentáculo de Agripa y comprobó que todo había sido un mal sueño.
Al llegar a la escuela encontró a sus insufribles compañeras. Intercambió los saludos de rigor. La risa de la rubia Belladonna le pareció repugnante y se alejó presurosa al encuentro de sus chicos. Enorme fue su espanto cuando descubrió, en el bolsillo de su delantal, un puñado de hojas de nogal.