domingo, 24 de abril de 2011

EL HIJO DEL CID


1.- INTROITO.
Uno de lo personajes de la Historia que me ha llamado la atención es el Cid Campeador. Tal vez, lo que más me ha impactado es la leyenda que lo da ganador en la batalla después de muerto. En vida debe haber tenido un mirífico magnetismo, tanto sobre sus vasallos como sobre sus enemigos, pues sin dicha cualidad hubiere sido imposible triunfar en Valencia como en las tantas batallas y campañas en las que intervino.
Cuando de niño estuve en Burgos, visité su tumba en la catedral. También puede ver los famosos cofres con los que se supone engañó a unos comerciantes judíos (Raquel y Vidas) a fin de conseguir el dinero para mantener sus tropas, cuando debió abandonar Burgos.
Posteriormente, cuando pasé por la escuela secundaria, encontré en mi casa unos pequeños libritos (hoy por desgracia extraviados), editados por Sopena antes de 1950 sobre la vida de Aníbal, Hernán Cortés, Pizarro y el Cid.
Lógicamente, fue lectura obligatoria el Cantar del Mio Cid, obra que tengo ganas de releer.
Desde ya la película de 1961 con Charlton Heston y Sophia Loren dista mucho de la realidad.
He buscado datos sobre Don Ruy Díaz de Vivar y aquí, en mi país, no hay mucho (por no decir nada). Si, existe una estatua magnífica que lo recuerda, emplazada en pleno barrio de Caballito, inaugurada en 1935.
Diego Rodríguez de Vivar (1076- 1097) fue el único hijo varón de Ruy Díaz de Vivar, el Cid campeador.
Está probado históricamente que Diego murió un 15 de agosto de 1097 cuando combatía junto a Alfonso VI, en la defensa del Castillo de Consuegra, atacado por las fuerzas amorávides al mando de Yusuf ibn Tasufin.
No hay muchos datos sobre la vida de Diego en ningún texto.
Se ha discutido que estuviera con el Cid cuando éste fue exiliado por primera vez en 1081. Así, el erudito Menendez Pidal mantiene que no salió al exilio con su padre
Cuando el Cid, voluntariamente, se marchó a Zaragoza y Barcelona entre 1083 y 1087, sus vasallos Alvar Fáñez y Pedro Bermúdez permanecieron en Castilla junto al rey. Tal vez Diego, el hijo del Cid, hizo lo mismo. En este sentido, como vasallo leal del monarca, el joven Diego habría actuado dentro de la ley, reconciliándose con su padre posteriormente, en el 1092.
Doña Jimena Díaz, la esposa del Cid, viajó entre Valencia y Burgos en aquella época y quizá fue el factotum de esa supuesta reconciliación entre el padre y el hijo así como del consabido perdón del rey a su vasallo. A mayor abundamiento, esta teoría añadiría otro ingrediente a la obligación del Cid de acordar con el monarca y, por ende, con su hijo.
Como ya anticipé, en el 1097, junto con Alvar Fáñez; Diego, de veintiún años de edad, fue mandado a Consuegra a fin de socorrer a Alfonso VI, en lugar del Cid, quien no podía ausentarse de Valencia.
En la batalla de Consuegra y posterior asedio, Diego murió. Su padre, Rodrigo Diaz de Vivar, dejó de existir dos años más tarde.
Se ha afirmado que un tal Diego Alonso Martínez de Olivera fue descendiente del Cid. Se cree que Diego Rodríguez de Vivar tuvo un hijo llamado Juan.
En 1097, Diego ya tenía edad para tener hijos. La identidad de la madre del hijo es, hasta ahora, desconocida y no hay recuerdo legal de matrimonio. No obstante lo dicho, hay poca duda acerca que la línea directa de descendencia masculina desde el juez de Castilla, Lain Calvo, hasta Rodrigo Díaz de Vivar murió en Consuegra con Diego.

martes, 12 de abril de 2011

EL CABALLERO DE LA ARDIENTE FIGURA


A Joval lo conozco por intermedio de Ricardo Denna.
Abogado, con 42 años, deportista, soltero, siempre luce muy bien vestido. Aquí, en Buenos Aires, a este tipo gente elegante, le decimos que tiene “percha” pues lo que se ponga le sienta bien.
Vive en un piso 12. El edificio es una torre. Para mi gusto se trata de un palomar que ocupa toda una manzana. ¡Veintiún pisos, con doce departamentos en cada uno! A decir verdad su vivienda luce superlativa. Bastante amplia, muy bien decorada y con una vista increíble.
Traigo a colación la historia de Joval, porque me ha dejado anonadado.
No es un secreto que a Joval siempre le gustaron las mujeres jóvenes. Su edad predilecta es entre los 18 y los 28. No más ni menos.
Cansado de frecuentar desde piringundines, hasta lugares con "sharm", decidió probar suerte entre sus vecinas.
Sergio, es uno de los encargados de esa mole donde habita Joval. Son muy amigos. De hecho, en varias oportunidades, han compartido el exquisito sabor del malbec y alguna que otra comida.
Sergio es una pieza clave en el plan de conquista de Joval. Señala a las candidatas y le indica las horas a las que se van, a las que llegan, si tienen algún amigo, que hacen, si van al gym, etc.
Así Joval, aprovechando la primer oportunidad, empieza con su vasta red de asalto a sus elegidas.
Siempre fue mi inquietud saber cómo hacía para no cruzarse en el edificio con varias candidatas a la vez. Por lo general va a sus departamentos o ellas van al de él. Como regla tiene no inmiscuirse con alguna vecinita del mismo piso. Muchas veces, se encuentran a tomar algo en lugares más apartados.
En su amplia lista están Yael (del 8º K); Milagros (del 5º C), Eugenia (del 4º A), Agustina (del 10º F)…
Alguna que otra ya dejó el edificio. Pero hay algo en todo esto que le salió mal.
De todas sus chicas, que son más que las que he enumerado, a cuatro las dejó embarazadas. Agustina, una estudiante de ciencias políticas, de 25 años, fue la primera. Al poco tiempo, le siguió Anahí, de 19 o 20, que vive con su madre. Las otras fueron Patricia de 27 y Eugenia de 24.
De alguna manera, las cuatro mujeres se enteraron de las andanzas de Joval y una tarde lo esperaron en el hall de entrada al edificio.
Me han referido que llegaba con otra chica, cuando las cuatro muchachas lo encararon y le "saltaron a la yugular".
Mucho escándalo en el edificio. Gritos, insultos, empujones. Intervino la policía pero Joval no fue preso.
Dos o tres semanas después hubo la clásica reunión de consorcistas. No estaba en el temario tratar el asunto Joval, por cuanto es algo privado entre personas mayores de edad y no era materia del consorcio.
Pero a la asamblea fue la madre de Anahí que, por lo que tengo entendido, debe tener la edad de Joval. Ahí la mujer se despachó a gusto contra el Jovalete.
“Hay en este edificio un degenerado, un vicioso, al que es necesario sacarle la careta” bramó furibunda.
Alguien le avisó a Joval que lo estaban acusando. Bajó a la reunión. Encaró a los propietarios. Se defendió de las acusaciones de la madre de Anahí.
“Acá estoy para responder a cada cosa que se diga sobre mi” dijo a grito pelado.
La madre de Anahí volvió al ataque, con una serie de improperios contra Joval.
“Soy un caballero” se defendió él.
Siguió la embestida de la mujer.
“Te repito que he sido, soy y seré un caballero. Pero la fogosidad está en mi naturaleza y no lo puedo evitar”